Nuestra tienda virtual online consistirá en un sitio web en el que se expondrán y explicarán los productos o servicios de nuestra empresa. Florituras visuales aparte, el fin último de nuestro portal será el de conseguir que nuestra tienda virtual logre su principal objetivo, que no es otro que el de vender por Internet. Por ello, conviene tener en cuenta tres pasos fundamentales a la hora de crear una tienda online: decidir qué ofreceremos; decidir quién creará el sitio web; y decidir dónde lo ubicaremos.
En busca de nuevas ideas
Conviene navegar detenidamente por la Red para observar cómo son otras tiendas virtuales, especialmente aquéllas que compiten en el sector en el que nosotros pretendemos adentrarnos.
En este sentido, resultará muy útil analizar aquellos escaparates que más nos gusten y anotar los elementos con los que nos gustaría que contara nuestra tienda virtual.
Mientras navegamos, empezarán a asaltarnos multitud de ideas acerca de cómo organizar nuestra web, cuántas páginas necesitará, qué gráficos incluirá o qué tipo de sistema de pedidos será el más apropiado.
Una vez que tengamos una idea general, podremos realizar un boceto con los principales elementos de los que dispondrá nuestra tienda virtual online.
Levantando el edificio
El siguiente paso consistirá en decidir quién será el arquitecto de nuestro portal web. Evidentemente, el método más barato es construirlo uno mismo, pero tal vez no contemos con los conocimientos suficientes. En este sentido, existen multitud de programas dedicados a la creación de páginas web así como guías de programación HTML que pueden ayudarnos en caso de que no contemos con demasiado dinero para el diseño de nuestra tienda virtual.
Otra posibilidad nada desdeñable consistirá en que seamos nosotros los que realicemos el diseño básico de nuestra tienda virtual y luego solicitemos ayuda a especialistas para crear los scripts o poner en marcha un sistema de pedidos eficaz.
La elección de un servidor
El último paso antes de dar la bienvenida a nuestra tienda virtual consistirá en decidir en qué servidor de Internet (ISP) ubicaremos nuestra web.
En este sentido, existen tres opciones básicas a tener en cuenta:
- Utilizar el mismo ISP con el que hayamos contratado nuestra cuenta de correo electrónico: ésta es la opción más utilizada por quienes no disponen de abundantes recursos económicos, aunque obligue a renunciar a la inclusión de grandes cantidades de archivos de vídeo, sonidos o gráficos.
- Contratar un ISP diferente para nuestra tienda virtual online: Por un poco más de dinero tendremos la posibilidad de contar con un portal web más vistoso, en el que no tengamos que preocuparnos continuamente por el espacio disponible.
- Configurar nuestro propio servidor: Esta opción sólo es recomendable para empresas que puedan permitirse el lujo de mantener su propio departamento informático o para quienes posean amplios conocimientos en el diseño de páginas web.